La célula es la unidad con vida propia más simple, que forman los tejidos y los órganos del cuerpo humano, cumplen diferentes funciones como darle estructura al cuerpo, absorber los nutrientes de los alimentos y transformarlos en energía.
Las células realizan funciones como crecer y dividirse, de acuerdo a las instrucciones que recibe de su ADN.
Cuando las instrucciones se alteran la célula tiene un comportamiento anormal y puede convertirse en una célula cancerosa.
Si las células cancerosas se encuentran en la tiroides, se conoce como cáncer de tiroides, el cual en un principio puede ser asintomático, pero a medida que pasa el tiempo la cantidad de células cancerígenas serán mayor que las células sanas, y se acumulan formando un nódulo en la tiroides, que inicialmente puede no producir síntomas, pero con el tiempo podría ocasionar dolor en el cuello, en la mandíbula o en el oído.
Un nódulo cancerígeno podría hacerse tan grande y obstruir las vías respiratorias, en cuyo caso el paciente presentara dificultad para tragar, dificultad para respirar, y ronquera al invadir el nervio que controla las cuerdas vocales.
Cuando las células cancerígenas se propagan a través del torrente sanguíneo o del sistema linfático a otros órganos o tejidos del cuerpo, se conoce como metástasis, y pueden formar otros nódulos secundarios. En el caso del cáncer de tiroides la metástasis no es muy frecuente, pero cuando ocurre puede propagarse hacia los ganglios que están cercanos, a los pulmones, los huesos, el cerebro, el hígado o la piel.
La causa por la cual el AND se altera en la mayoría de los casos y se produce el cáncer de tiroides aun es motivo de estudio, pero en algunos casos los pacientes tienen familiares que han padecido de cáncer de tiroides o su tiroides estuvo expuesta a altas dosis de radiación, lo cual ocasiona un daño celular.
Según el tipo de células cancerosas se puede clasificar el tipo de cáncer, si en el microscopio se ven iguales las células cancerosas y las células tiroideas normales, entonces es un cáncer de tiroides diferenciado, que es el más común, aquí se incluyen el cáncer de tiroides que comienzan en las células foliculares tiroideas que producen y almacenan las hormonas tiroideas, como el cáncer papilar de tiroides y cáncer folicular de tiroides.
El cáncer papilar es el tipo más común, puede ocurrir a cualquier edad, tiende a crecer lentamente, por lo general, se origina en un solo lóbulo de la glándula tiroides y con frecuencia se extiende por el sistema linfático a los ganglios linfáticos del cuello, a pesar de eso tiene un pronóstico excelente, pues con el tratamiento se obtienen buenos resultados, y la tasa de mortalidad es baja.
El cáncer folicular de tiroides es mucho menos común y un poco más agresivo que el cáncer papilar, tiende a diagnosticarse en pacientes mayores de 50 años, es de crecimiento lento. Comienza en un lóbulo pero puede afectar los dos lóbulos, se extiende a través del torrente sanguíneo y puede extenderse a otros órganos, como los pulmones y los huesos. Su pronóstico es favorable en la mayoría de los casos, aunque menos favorable que el cáncer papilar.
Aparte del cáncer de tiroides diferenciado también existen otros tipos, como el cáncer medular de tiroides y el cáncer anaplásico de tiroides.
El cáncer medular de tiroides comienza en las células parafoliculares de la glándula tiroides o células C, que producen la hormona calcitonina, la cual ayuda a controlar la cantidad de calcio en la sangre, es menos frecuente y su pronóstico no es tan favorable como en el cáncer de tiroides papilar y el folicular, aunque puede ser tratable y controlado si es detectado a tiempo. Se propaga con frecuencia a los ganglios linfáticos del cuello, los pulmones o al hígado.
El cáncer medular puede ser esporádico y no hereditario, por lo general, en estos casos se presenta en un solo lóbulo de la glándula tiroides y en adultos de edad avanzada, suele ser difícil de descubrir y tratar.
El cáncer medular también puede ser hereditario y surgir en cada generación de una familia. Por lo general, en estos casos se presenta en varias áreas de ambos lóbulos de la glándula tiroides y durante la niñez o en la adultez temprana.
Si en el microscopio no se ven iguales las células cancerosas y las células tiroideas normales, entonces es un cáncer de tiroides indiferenciado o anaplásico, puede generarse en las células foliculares, en las células C, y a partir de otros tipos de cáncer de tiroides. Tiende a diagnosticarse en pacientes mayores de 60 años, es el menos frecuentes de los canceres de tiroides, pero el más agresivo, pues tiende a crecer rápidamente e invadir los tejidos circundantes, por lo que es difícil de tratar, y su pronóstico puede ser desfavorable, si no se detecta y recibe tratamiento rápidamente. Por lo general afecta un lóbulo, pero también puede afectar los dos lóbulos.
El diagnóstico de cáncer de tiroides debe ser realizado por una valoración médica, la cual puede constar de un examen físico, análisis del historial clínico, análisis de sangre para determina la función tiroidea, una ecografía tiroidea para evaluar su estructura y detectar los nódulos. Cuando se detectan nódulos es conveniente determinar si son benignos o malignos, por lo que se debe realizar una punción con aguja fina guiada por eco tiroideo, el cual es un mecanismo que permite extraer células y líquido de un nódulo tiroideo para analizarlo.
Para que el medico pueda indicar un tratamiento adecuado es preciso determinar el tipo de cáncer de tiroides que aqueja el paciente, y si el cáncer se ha propagado a otros órganos o tejidos de su cuerpo.
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